miércoles, 16 de mayo de 2012

Ella.

Ella se miró al espejo, buscando su cordura,

aquella que perdió camino a la locura,
veía sus rizados cabellos, oscuros como sus pensamientos,
y entre pequeños destellos relampagueantes y obsesos,
se aparecía la realidad en medio de un mundo de sueños.


Tomó la pluma con fuerza, buscando unir dos mundos paralelos,
en una prosa o una rima, en poesía de sentimientos sinceros,
mientras pensaba que en esta vida, no había cabida a su sentir pleno,
respirando hondo en cada suspiro, no queriendo dar muerte a sus anhelos,
simplemente para encajar en la realidad de la mayoría, en la verdad de unos "ellos".


La envolvían las noches de insomnio,
y en el cenicero los cigarrillos iban muriendo,
mientras pensamiento y sentimiento buscaban congruencia,
en la tinta y el papel que rozaban sus dedos. 


Todo le era intenso... Y en medio de su infinita melancolía,
sus sentidos se hacían perfectos,
escuchando el "cliquear" de batracios y grillos,
oliendo la nicotina en sus dedos,
sintiendo su corazón palpitar con fuerza,
sobre una almohada acogedora de sueños.


Todo lo sentía,
hasta el respirar de los que con placer durmiendo,
le recordaban que aunque ella no dormía,
el sueño seguía existiendo.


Todo en su cabeza se atropellaba,
con pasión loca y enfurecida querían salir sus pensamientos,
para ser plasmados en la dicha,
de poder construir un verso.


Y la temperatura en la brisa le recordaba,
que ya estaba amaneciendo,
que una vez mas se le fue la madrugada,
en la nada de sus pensamientos,
que aunque mucho había que hacer mañana,
no podía callar su mundo interno,
en donde la locura gobernaba,
y la cordura la hacia un preso,
en una vida que no deseaba,
y aun así iba construyendo,
con la esperanza de encontrar una mañana,
eso que se le cayó con la nalgada del nacimiento.


Elida Escalona
16/05/2012