Una piel silente muerta de deseo, clama mis suspiros...
Y a ella me doy por completo.
Esa piel, en silencio, clama con vestigios,
Que se ahogan en
tardes de invierno,
Mostrando muecas, simulando gestos,
Para preservar lo
sagrado de nuestros encuentros.
Y que te pasa? Preguntan los externos,
Y yo con una mirada picara y chueca,
Respondo que eres tú, el dueño de de mis pensamientos.
Ay amado mío! como drenar esto que siento?
Si este macabro amorío,
Me llevo a sentir real, lo etéreo,
Y entre coplas y corrios,
Me robaste el corazón por completo.
Te hice dueño de mi mente,
Te hice el sultán de este templo,
Y fuiste el Dios que dio vida,
A un yacente sentimiento.
No hay un ahora o un mañana,
En este misterio de mi cuerpo,
Que entre lenguas solo es tuyo,
Que entre besos se hace eterno,
Cada minuto que soy tuya,
En la integridad de este elemento.
Todo es piel, todo es historia,
Todo es lo que sentí en un momento,
En el que quise yo ser tuya,
Y tú sin ser mío me diste el cielo.
No hay culpas amado mío,
En donde el sentimiento se hace pleno,
Me dijiste: “Yo no te amo”
Y yo te dije: “te amo entero”
Y así de sencillo nos amamos,
Con un amor casi de cuentos,
En donde no existió la mentira,
Y gracias a eso nos amamos enteros,
Tu por lo que eres, yo por ser tuya,
Con este humano sentimiento,
Que me hace escribirte en cada lienzo,
Sea de arena, sea de concreto.
Despertaste a esta musa y
en lo eterno seré tuya,
Y seré tuya a través del tiempo.
Elida Escalona
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